Autor: Richard Pérez-Mongard
Fecha: 15/nov/2015
EL MERCADO DE LA TRADUCCIÓN ESTÁ ENFERMO
Esto ha sido causado por:
- EL ESTADO: que no regula el mercado de la traducción, lo que permite el ingreso de cualquier persona que cree poder traducir bien, incluyendo los que tienen un título con mala formación, los que creen saber dos idiomas a un nivel insuficiente o los que no valoran los requerimientos de una buena traducción. Esta falta de regulación también provoca un desequilibrio de poder de negociación entre compradores y vendedores, lo que lleva a abusos aprovechando el rio revuelto y hace empeorar aún más la situación. Esta es la competencia imperfecta, el oligopsonio, que provoca la pauperización de profesionales competentes o su salida del mercado.
- LOS SEUDOTRADUCTORES: personas que no cumplen los requerimientos básicos para producir traducciones de calidad, especialmente el alto dominio de ambos idiomas, pero también poseer una cultura general mínima de ambas sociedades/idiomas, poder identificar y comprender las complejidades y áreas de riesgo del proceso de traducción previniendo sus efectos negativos, tener incorporada la ética profesional y, por lo menos, acreditar algunas de sus competencias en los niveles recomendados.
- EL MERCADO COMPRADOR: se divide en varias categorías: los que valoran la traducción como una función que hace un aporte necesario e importante a sus necesidades e invierten en calidad, los que valoran la traducción pero creen que a rio revuelto pueden explotar buenos traductores para su beneficio personal, y los que creen que la traducción es un mal necesario con el que hay que cumplir sin importar su calidad. Lamentablemente la gran mayoría del mercado comprador está formado por las dos últimas categorías, y la primera categoría, una categoría de elite, ante la ausencia de regulación y ante la ausencia de capacidad para discriminar entre traductores competentes e incompetentes, se refugia en la selección mediante la recomendación de terceros. Así se da, que los únicos traductores que tienen alguna oportunidad de crecer profesionalmente en Chile son aquellos que pertenecen a redes de poder, económico y/o político, y esto en Chile implica ser parte de las familias acomodadas de este país.
Por lo tanto, cualquier hijo de chileno que crea que estudiando traducción o poniendo en práctica sus conocimientos de idiomas y talento en traducción, podrá tener éxito en esta profesión, está soñando un falso sueño. A lo más tendrá que conformarse con trabajar para quienes no valoran esta profesión y sólo están dispuestos a pagar una miseria, y terminarán atrapados con bajos ingresos y altos costos, el camino directo a la quiebra. Así el mercado comprador en Chile, con la complicidad del Estado, contribuye esencialmente a la desigualdad, una desigualdad económica, social y de clases.
- EL ESTADO: que no regula el mercado de la traducción, lo que permite el ingreso de cualquier persona que cree poder traducir bien, incluyendo los que tienen un título con mala formación, los que creen saber dos idiomas a un nivel insuficiente o los que no valoran los requerimientos de una buena traducción. Esta falta de regulación también provoca un desequilibrio de poder de negociación entre compradores y vendedores, lo que lleva a abusos aprovechando el rio revuelto y hace empeorar aún más la situación. Esta es la competencia imperfecta, el oligopsonio, que provoca la pauperización de profesionales competentes o su salida del mercado.
- LOS SEUDOTRADUCTORES: personas que no cumplen los requerimientos básicos para producir traducciones de calidad, especialmente el alto dominio de ambos idiomas, pero también poseer una cultura general mínima de ambas sociedades/idiomas, poder identificar y comprender las complejidades y áreas de riesgo del proceso de traducción previniendo sus efectos negativos, tener incorporada la ética profesional y, por lo menos, acreditar algunas de sus competencias en los niveles recomendados.
- EL MERCADO COMPRADOR: se divide en varias categorías: los que valoran la traducción como una función que hace un aporte necesario e importante a sus necesidades e invierten en calidad, los que valoran la traducción pero creen que a rio revuelto pueden explotar buenos traductores para su beneficio personal, y los que creen que la traducción es un mal necesario con el que hay que cumplir sin importar su calidad. Lamentablemente la gran mayoría del mercado comprador está formado por las dos últimas categorías, y la primera categoría, una categoría de elite, ante la ausencia de regulación y ante la ausencia de capacidad para discriminar entre traductores competentes e incompetentes, se refugia en la selección mediante la recomendación de terceros. Así se da, que los únicos traductores que tienen alguna oportunidad de crecer profesionalmente en Chile son aquellos que pertenecen a redes de poder, económico y/o político, y esto en Chile implica ser parte de las familias acomodadas de este país.
Por lo tanto, cualquier hijo de chileno que crea que estudiando traducción o poniendo en práctica sus conocimientos de idiomas y talento en traducción, podrá tener éxito en esta profesión, está soñando un falso sueño. A lo más tendrá que conformarse con trabajar para quienes no valoran esta profesión y sólo están dispuestos a pagar una miseria, y terminarán atrapados con bajos ingresos y altos costos, el camino directo a la quiebra. Así el mercado comprador en Chile, con la complicidad del Estado, contribuye esencialmente a la desigualdad, una desigualdad económica, social y de clases.
Sra. Presidenta, el Estado debe REGULAR este sector,
mediante acreditaciones de competencias y un registro profesional, tal
como se hizo con el mundo del Gas, al no hacerlo está desperdiciando capital
humano, recursos de traducción de calidad, que podrían hacer un aporte
al desarrollo del país en vez de estar trabajando en cosas en las que
no son competentes o no pueden dar lo mejor de sí.