Autor: Richard Pérez-Mongard
Fecha: 11/Oct/2016
English version: Loaning between languages
EL PRESTAMO ENTRE IDIOMAS
… pero con devolución
En traducción, el término “préstamo” se refiere a la adopción de palabras de otros idiomas como si fueran parte de nuestro propio idioma. En Chile, y en muchas partes del mundo el principal sujeto de préstamo es el idioma inglés, y en menor grado el resto de los idiomas; incluso palabras chilenas son “prestadas”, sin misericordia. Internet, como herramienta de integración global, es actualmente uno de los principales medios de “prestamos” y mezclas de idiomas.
Hay varios motivos por los cuales las personas hacen uso de estos “prestamos”, el principal es su pobreza (otra vez, no se trata de dinero, sino de su pobreza lingüística). Al sentir la necesidad de responder o crear una idea con rapidez las personas usan las palabras que tienen a mano en forma inmediata, no las que están en la memoria profunda o en los diccionarios y otras fuentes confiables. Obviamente, esto ocurre con más frecuencia en el discurso oral que en el escrito. Contrario a lo que se podría pensar, las personas bilingües solemos caer en este hábito por un proceso llamado “alternancia de código (code-switching)”, por apuro tendemos a mezclar palabras o frases de ambos idiomas (aunque sabemos que estamos cometiendo un error) y automáticamente se presenta la sensación de culpa, especialmente si trabajamos profesionalmente con los idiomas. Queremos expresar una idea, y por algún desconocido motivo, la palabra que viene a la mente no es la del idioma en que estamos hablando, aunque sea una palabra habitual en nuestro léxico en ese idioma, su recuerdo es tapado por la palabra en el otro idioma (que no necesariamente es nuestro idioma dominante o nativo), y entre demorar el discurso y lanzar el código alternado, lo lanzamos nomás, y que se joda el interlocutor si no conoce el idioma. Después tenemos que dar explicaciones y pedir disculpas.
Otro motivo para estos “prestamos” y que no es accidental, sino adrede, es por la baja autoestima y falta de orgullo por la cultura propia, que embarga a personas que piensan que todo lo extranjero debe ser mejor, o piensan que hablar otro idioma los hace ver como gente de mundo, más educados, más sofisticados, mas cool-tos.
Otro motivo, que se deriva del anterior, está en aprovecharse de este falso paralelismo entre idiomas extranjeros y superioridad. Las empresas de publicidad, los medios de comunicación, el mundo del “marketing” en general e incluso pequeños negocios, consideran que es una práctica muy productiva usar palabras extranjeras para engañar a las personas, ya que una mayor porción del mercado es sensible a reaccionar favorablemente: comprando. Esto es muy parecido al abuso del chiste del borrachito, u otros chistes fáciles, por parte de los humoristas: cuando las personas maduran ya no les causa risa, sólo pena.
Un último motivo, que ocurre principalmente en áreas técnicas, nace por la necesidad de llenar vacíos lingüísticos, cuando en un idioma no existe un término preciso que sea perfectamente equivalente al término “tomado en préstamo”. Existen muchos neologismos que por ser nuevos no tienen un igual en otros idiomas. También hay términos viejos a los que se les da un significado nuevo distinto, sin que dicho significado esté establecido para el término equivalente en otros idiomas.
El trabajo de “inventar” palabras o establecer equivalencias, corresponde a quienes trabajan como terminólogos. Ellos, tras un complejo proceso, son los más indicados para hacer esto. Sin embargo, en la realidad, cualquier persona se cree con el derecho (y quizás el deber) de tomar prestadas palabras de un idioma y usarlas, tal cual, en su propio idioma, muchas veces sin tener muchos conocimientos sobre el idioma de origen o el idioma propio. Muchas veces estos préstamos son necesarios, especialmente en áreas técnicas como la economía, las ciencias, la administración, la medicina entre otras, y especialmente cuando no existe un equivalente, no puede establecerse una equivalencia, y/o cuando explicar el término en el otro idioma socava el buen flujo de las ideas en la redacción de un texto o su traducción.
En general, muchos “prestamos” enriquecen un idioma al agregar ideas y significados que no tenía la representación de una palabra en el idioma receptor. Muchas de esas palabras están tan arraigadas en nuestra cultura que ni siquiera las reconocemos como “prestadas”, como el “sandwich”, el “suéter” o el “huachiman”. Algunas, son tan únicas (como: el “golf”, “dumping” (Economía) o “hippie”) que es difícil imaginar otra opción que solicitar su préstamo. Sin embargo, hay otras que claramente son una cursilería: “sorry”, “happy hour”, “backstage”, “cash”; otros muestran falta de imaginación o de recursos lingüísticos: “reality” (TV), “parquear”, “flirtear” (existiendo términos de uso habitual); otros son malas traducciones o calcos: “host/huesped” (parasitología), “application/aplicación” (solicitud), “position/posición” (cargo); y en otros es discutible su diferenciación de términos existentes: “test”, “coaching”, salón “VIP”, “sexy”.
Si valoramos nuestro idioma y cultura con toda su riqueza, contribuimos a nuestra identidad. Si tenemos una identidad propia, única, diferente, podemos hacer un aporte al pool genético de la humanidad. Si todos los idiomas se absorben unos a otros creando un idioma único universal, algunos podrían considerarlo algo positivo, porque habría una mayor facilidad de comunicación entre todos (aparte que ya no habría que pagar por traducciones) y el comercio fluiría más rápido. Sin embargo, eso traería la desaparición de las diferencias, esa diversidad que como humanidad nos hace más fuertes ante las exigencias del medio. Esto es lo primero que uno aprende en genética y evolución. ¿Si algún día la humanidad se encuentra en la necesidad de comunicarse con seres de otros mundos, le convendría tener un pool de idiomas diversos o un idioma único? ¿Y si necesita entender un idioma muerto, para saber más sobre nuestro pasado? ¿Qué futuro tendrá la humanidad si hace desaparecer sus raíces y la diversidad de esas raíces? ¿Podemos existir sin un pasado, cuando olvidemos ese pasado? Por el afán de más y más y más comercio galopante, la humanidad se suicida.
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