¿Es competente un traductor por pertenecer a una asociación o colegio de traductores?
Fecha: 31/jul/2014
No necesariamente, los requisitos de ingreso de algunas de estas instituciones (incluyendo las chilenas) permiten el ingreso de traductores cuya competencia es claramente insuficiente, mientras que otros procedimientos y prácticas internas incumplen con los umbrales mínimos de una o más de las competencias requeridas por un traductor, por lo tanto, una asociación o colegio de traductores, per se, no entrega una señal clara e inequívoca de las competencias de sus miembros. Es más, la liviandad y cinismo en el cumplimiento de las normas éticas en algunas de estas asociaciones, o la tolerancia de los incumplimientos, o incluso los actos de franca corrupción, debieran ser motivos suficientes para considerar que su profesionalismo es cuestionable.
Algunos de los elementos cuestionados de las asociaciones o colegios de traductores son los siguientes:
1) Algunas asociaciones o colegios de traducción tienen como único requisito de ingreso tener “interés en la traducción” y pagar un precio (Ver: ATA). El demostrar que se poseen las competencias de un traductor profesional requiere seguir un proceso que implica superar un examen y pagar otra tarifa. También hay tarifas para productos y servicios que ayudan a superar el examen. Las tarifas son bastante onerosas para alguien de un país en desarrollo.
Los requisitos para poder realizar el
examen de la ATA están por debajo de lo señalado por las
recomendaciones de los expertos lo que probablemente explica el bajo nivel de éxito en dicho examen (menos de 20%). Si los requisitos fueran más exigentes, menos traductores podrían realizar el examen y menos ingresos recibiría la ATA.
2) Muchas asociaciones o colegios establecen como requisito de ingreso poseer un “Título de Traductor” en una Universidad reconocida por el estado. Este requisito no pone salvaguardias por el hecho de que dichas instituciones no verifican, al ingreso o al egreso, la “competencia en idiomas” de los estudiantes (Ver:
Escuelas de Traducción). Tampoco pone salvaguardias por un principio básico (que es particularmente crítico en traducción): la necesidad de que un recién egresado pase por un aprendizaje bajo supervisión antes de trabajar en forma independiente (en Chile la gran mayoría de los egresados de estas carreras se ven obligados a trabajar en forma independiente por la falta de oferta de puestos de trabajo en planta o en equipos de traducción).
3) La gran mayoría de las asociaciones o colegios no evalúan las competencias de traducción específicas de sus postulantes (Ver:
recomendaciones de los expertos), ni establecen un nivel mínimo, especialmente en la competencia de idiomas (Ver:
listado de asociaciones de traductores).
4) Dicen respetar los programas, procedimientos y certificaciones de “instituciones reconocidas” por ellas, pero no indican cuales son dichas instituciones ni cuáles son los factores y procedimientos que permiten que dichas instituciones tengan la categoría de “reconocidas”. Otras mencionan como “reconocidas” instituciones con carácter de “universitarias”, están acreditadas por el estado o han sido recomendadas por “alguien” sin que exista un análisis técnico de los contenidos del programa o de los procedimientos de ingreso o enseñanza por parte de una comisión técnica formada por traductores experimentados (para verificar acreditaciones que han demostrado ser cuestionables). Y si hay algún tipo de análisis este no está expresamente declarado, quedando en la nebulosa de las subjetividades.
5) Muchas asociaciones o colegios de traductores (incluyendo uno Chileno)
priorizan una estrategia de fidelidad con intereses empresariales y
políticos por sobre sus principios éticos y las buenas prácticas. El
Colegio de Traductores e Intérpretes de Chile está involucrado en al
menos dos casos conocidos que muestran signos de corrupción. Uno es
la no tramitación oportuna, objetiva y transparente de denuncias por
falta a la ética contra un grupo de miembros de ese colegio y la otra
es el beneficiarse de privilegios especiales injustificados, establecidos
por autoridades políticas en desmedro de traductores profesionales no
pertenecientes a dicha colectividad (Ver: Cotich-MOP).
6) Las asociaciones avalan o publicitan la traducción inversa de algunos de sus miembros a sabiendas que no cumplen (o sin verificar que cumplan) los requisitos mínimos de competencia para traducir hacia su segundo o tercer idioma. (Ver:
recomendaciones de los expertos)
7) Algunas asociaciones, cuando hacen un examen de traducción
para admisión o para otorgar certificación, utilizan
métodos de examen que no le permiten al traductor utilizar los recursos
que posee en su lugar de trabajo o un sistema de trabajo con que se
siente cómodo, por lo tanto no puede demostrar su máxima eficiencia
y eficacia, aquella que puede aplicar en la realidad. Esto favorece
a aquellos traductores que carecen de competencias de traducción moderna
(competencias informáticas), lo que representa un sistema de evaluación
anticuado. (La asociación de traductores de los EE.UU. (ATA) está considerando
modificar su sistema anticuado de examen, pero aún no lo implementa,
ver
Certificación ATA). Otros pasan al otro extremo de hacer evaluaciones
virtuales o por internet (las que están expuestas a fraude al carecer
de supervisión directa).
8) Muchas asociaciones no poseen procedimientos validados, ni una trayectoria y respaldo académico que demuestre suficiente autoridad para calificar
y certificar las competencias de sus miembros, basando su credibilidad y prestigio sobre antecedentes vagos (Pym 2012). Las menos, tienen una trayectoria de décadas y poseen
respaldo académico y político en sus países.
9) Muchas asociaciones poseen una cantidad de miembros que apenas representa una fracción de los traductores en ejercicio (una de ellas sólo tiene 8 miembros). El Colegio de Traductores
e Intérpretes de Chile sólo tiene 130 miembros contra los cerca de 3000 personas que se autodefinen como "traductores chilenos" en un
directorio de traductores. Dentro de esos 3000 hay unos 35 que renunciaron a dicho colegio por diversos motivos.
Con todo, en el mundo hay una enorme variedad y cantidad de asociaciones, algunas con un mayor reconocimiento en el mercado donde operan y otras sin ese reconocimiento. Indudablemente una profesión con reconocimiento social es aquella que posee asociaciones poderosas, pero son escasas las asociaciones de traductores en el mundo que poseen dicho carácter y los pocos lo poseen gracias al apoyo político.
A pesar que una asociación de traductores, en un mundo donde la profesión estuviera reglamentada, debiera ser una clara señal de profesionalismo,
en la actualidad la gran mayoría de compradores de traducciones (empresas, organismos gubernamentales e internacionales, agencias de traducción
y otros) le dan más importancia a la experiencia, referencias personales y la posesión de títulos universitarios (no en traducción) del candidato
y a sus propios sistemas de evaluación (pruebas de traducción) (Pym 2012).
REFERENCIAS
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