¿Las convenciones idiomáticas son inmutables?
Fecha: 21/jul//2011
Si uno fuera un purista de la lengua, un gramático formal o conservador, uno tendría que decir que sí. Si uno es un pragmático de la lengua, uno tendría que decir que no. Pero lo que importa aquí no son los discursos provenientes de un púlpito, sino la capacidad de un texto de comunicar un mensaje que produzca el efecto deseado. Para esto hay que definir cuál es el objetivo del texto o, en otras palabras, que tipo de texto es.
Si el texto fuera dirigido a un público formado por lingüistas, o tuviera la cualidad de un ensayo, fuera un trabajo académico, el informe anual de una empresa, o un reportaje periodístico, sin duda las convenciones idiomáticas son elementos formales de valor. No son el centro del mensaje, pero son parte de la forma que ayuda al mensaje. Pero tratándose de un texto de marketing o un texto de publicidad, tanto el público como el mensaje, pueden tomar formas muy diferentes, incluso transgresoras. Porque aquí hay que vender un producto, una idea o un concepto, y hay que poner énfasis donde interesa llamar la atención. Cuando uno escribe una carta de presentación para un trabajo o cuando escribe un texto para un sitio web ocurre algo muy similar: hay que adaptar el texto al público no el público al texto.
El empleador que revisa nuestra carta de presentación no es un filósofo de la lengua, sino un pragmático, es alguien que busca respuestas a ciertas preguntas. La pregunta principal es: ¿Está aquí lo que busco? Como el empleador tiene 100 currículum que revisar debe buscar rápido, especialmente si tiene que verlos en la pantalla de un computador. Por esto, el no va leyendo palabra por palabra el texto de nuestra carta de presentación, sino que va trasladando sus ojos por las frases buscando palabras claves que le van a decir: ¡aquí está lo que buscas! Luego querrá saber más. Lo mismo ocurre con el lector de textos en Internet. Su búsqueda en google arroja miles de resultados y ninguno de ellos le garantiza que ahí está la respuesta. Por lo tanto, traslada su vista buscando palabras claves.
Por esta razón, es muy diferente como se escribe cuando uno necesita transmitir el mayor número de mensajes claves, dentro del menor espacio posible, y sin espantar al lector. Así, se recomienda sacar provecho de ciertas transgresiones, que se destacan por esto sin causar dolor al lector. Algunas de estas transgresiones implican usar negrillas en aquellas palabras que consideramos claves, o colocando mayúsculas en la primera letra de las palabras, o colocando palabras completas con mayúsculas, pero sin exagerar a nivel de griterío. También podemos usar distintos tamaños y formas de letras, o colores (con sutileza), subrayados, comillas y espacios en blanco. La simplificación del vocabulario no implica falta de conocimientos, sino buen uso del espacio: ir al grano.
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